Francisco Brennand
Materia es Espíritu

"Las cosas más maravillosas son siempre las que no se mencionan"
Herman Melville

Es tan vital la luz en la pintura de Palhano cuanto lo es la fotosíntesis para el crecimiento de las plantas, por lo cual se aleja de cualquier concepción académica de mera iluminación del escenario. Preexiste esa luz invisible en el lienzo como una candela cerrada. Es el pincel como dardo de fuego; la materia de la tinta, como llagas de sombra. De ese antagonismo renace la energía de sus cuadros, presente en las dilaceradas figuras que aparecen y desaparecen quemadas por el sol. Aunque sea pintor, se encuentra Palhano muy cercano a la ideas del poeta chileno Vicente Huidobro, y, por lo tanto, tal como aquél, "no copia realidades, sino que las produce". Decía Huidobro que el poeta no imita a la naturaleza, pero imita su forma de actuar: "hace poesía como la lluvia y la tierra hacen árboles". Me ha confesado Palhano que fue a partir del "Buey destripado", de Rembrandt que llegó a descubrir la "materia de la pintura", sus leyes y su luz subterránea. Del mismo Rembrandt, cuyo arte el maestro André Lhote consideraba suficiente como criterio eterno para juzgar a toda la pintura. Esa misma contagiosa pasión imposible de disimularse, que llevó a Gustave Moreau a afirmar que toda materia pictórica debería competir en calidad y brillo con las substancias preciosas. La naturaleza precisa de esa materia, a su vez, escapa de cualquier definición. Eliade menciona el antiguo texto en que Zacharia afirmó que no hay error en declarar que "toda materia" es espiritual, pero tampoco se miente al afirmar su corporalidad. Si la llamamos celeste, "es de su verdadero nombre que se trata", pero, a la vez, tendríamos razón si la definiéramos como terrena.

En cuanto a nuestra cercanía al pintor, hemos recogido los siguiente indicativos de sus preocupaciones inmediatas. En primeir lugar, hemos conocido sus encendidos y muertos paisajes del Sertão. En seguida, hemos mirado despacio a una serie de desnudos femeninos ultrajados por pinceladas solares, que a veces no coinciden con la naturaleza humana. Después, hemos visto pinturas de sangrientas carcasas animales tocadas por una extraña luz transfigurada de ese sol que, en la intensidad de su llama, absorbe toda la mácula, toda la estupidez y toda la crueldad de los hombres. Hablamos, después, de su obstinada pasión por Rembrandt. Al fin, nos vimos frente a extraordinarios "Ídolos", aparentemente incorpóreos, que aparecen y desaparecen entretenidos entre las llamas. Todas esas figuras han sido abordadas en veintisiete paneles de igual formato, y el pintor, evitando individualizarlas, ni siquiera les da nombre sino que prefiere uno sólo e indivisible bautismo para todo el conjunto: ¿Rosa de Fuego? ¿Flor del Abismo? ¿Flores de Fuego? "Acordamos que todas esas cuestiones deben ser transmitidas místicamente, tal como la poesía que emplea fábulas y parábolas. Si creemos en lo que nos dicen algunos, incluso existe un juramento de silencio para no divulgar el secreto en los libros". Roch Grey ha insinuado que el pintor Van Gogh ha tombado en las llamas devoradoras del Sol, y yo añadiría: en su Inombrable Silencio.

Finca Santos Cosme y Damián, 20 de febrero de 1985 (Miércoles de Cenizas)



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